Ayuda a desarrollar el cerebro de tu hijo a través de tu ejemplo.

Las emociones se regulan a través de nuestra corteza prefrontal cerebral, que se encuentra ubicada en el frente de nuestro cerebro. La manera más efectiva para que nuestros niños desarrollen esta parte del cerebro es mediante nuestro ejemplo. Desde muy temprana edad el niño aprende de su entorno observando e imitando, así que si somos de los que nos irritamos fácilmente cuando algo no nos sale como queremos, perdemos la calma con la persona que atiende la registradora en el supermercado o decimos una palabrota cuando alguien se atraviesa en el tráfico, lo más probable es que los niños estén siendo testigos de este comportamiento y lo estén copiando.

Cuando las emociones toman control es nuestro sistema límbico o cerebro reptil el que está trabajando, pero una corteza prefrontal desarrollada puede rápidamente regular nuestras emociones y ayudarnos a ser mas asertivos, menos reaccionarios y más reflexivos. Esto por supuesto nos ayuda a vivir en comunidad, construir lazos de amistad, trabajar en equipo y socializar.  Una forma efectiva de modificar las conexiones nocivas que se han construido a lo largo de los años en nuestra corteza prefrontal es haciendo un alto para reflexionar sobre nuestras emociones y como ellas afectan nuestro comportamiento, por ejemplo: ¿Te irritas fácilmente cuando tu hijo se vuelve demandante y lo gritas?, el solo hecho de reconocer que estamos enojados activa las regiones del cerebro que nos ayudan a manejar nuestras emociones. Practique contar hasta 10 antes de reaccionar.

Desarrollo cerebral en los niños

El corregir nuestros patrones de enojo, ansiedad e irritabilidad tendrá efectos duraderos en nuestras vidas y las vidas de nuestros hijos. Recuerde que del 90 al 95% del cerebro humano se desarrolla en los primeros cinco años, pero la corteza prefrontal se termina de desarrollar pasados los 25 años de edad, así que, como padres, la forma como manejamos nuestras emociones impactará el desarrollo de esta área del cerebro en nuestros hijos hasta llegada la adultez.

 

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